PÉREZ CONTEL - ESCULTOR

Rafael Pérez Contel: "Para ejecutar divide el tiempo en diez. Ocho para observar. Dos para realizar".

Soñando esculturas

hoz Juan Angel Blasco Carrascosa. Catedrático del Dpto. de Comunicación Audiovisual, Documentación e Historia del Arte. Facultad de Bellas Artes. Universidad Politécnica de Valencia.

No resaltar, aquí y ahora, el hecho de que la Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana haya programado la exposición retrospectiva de Rafael Pérez Contel que motiva este escrito, sería, en cualquier caso, injusto. No en balde este evento cultural se hacía cada día más urgente, máxime cuando nuestro artista lleva dedicados ya más de sesenta años de su vida a una práctica escultórica que figura con notable merecimiento en los anales de nuestra historia del arte del presente siglo. Y si la «recuperación» era pertinente y necesaria, tanto por su mérito artístico como por tratarse de un valor histórico, convendrá  recordar que Pérez Contel no ha llegado -afortunadamente- al ocaso de su producción escultórica…, y dibujística . Él, con una vitalidad envidiable, sigue «soñando» esculturas, pergeñ ndolas con sus dibuJos «de alta tensión», de intencionalidad inequívocamente escultórica…, y materializándolas con un renovado brío juvenil.

agua1930

Sólo con lo dicho en este breve apunte introductorio se justificaría sobradamente la exhibición de una dilatada obra escultórica, sobre la que trataremos detenidamente a continuación. Pero conviene traer a colación otra razón que añade un nuevo valor a tal muestra. Y es que sólo un reducido elenco de estudiosos y artistas conocen -y, aun en este caso, sólo en parte- la aportación escultórica de Pérez Contel al panorama artístico contemporaneo. Reacio a mostrar su obra al público, durante largos oprimentes años de exilio interior, sólo escasas y reducidas exposiciones-que fueron valoradas por los entendidos se mostraron elocuentes ejemplos de una más vasta producción que ronda el centenar de esculturas y varios millares de dibujos.

Así pues, el ofrecimiento al público valenciano de esta singular exposición antológica contribuir  a la imperiosa obligación de dar a conocer a la

comisariociudadanía las obras de nuestros m s conspicuos artistas. En el caso que nos ocupa, la de una trayectoria escultórica que dio sus primeros frutos durante los últimos años primorriveristas.

«Yo he sido un chico de pueblo, que esperaba que lloviera para que los carriles de los carros me produjeran barro para modelar». Esta afirmación de Rafael Pérez Contel (Villar del Arzobispo, 24 de octubre de 1909) nos revela una temprana vocación escultórica surgida en el contexto rural de su lugar natalicio, población valenciana de la comarca de Los Serranos. Este precoz despertar al mundo de la creación artística haría que su padre, humilde minero, le trajera con frecuencia arcilla de la mina, a fin de satisfacer la voluntad de quien pronto decidiríahombre1 el querer ser escultor.

Alternando el modelado con el dibujo, el sueño de lo tridimensional llenó el ocio de la infancia de nuestro escultor, que visitaba asiduamente uno de los talleres de alfarería de su pueblo, el del «tío Garay», padre de un condiscípulo suyo.

Pero si alguien marcó huella en su vida fue «el tío de la trompa», un anarquista de la Escuela Racionalista de Ferrer y Guardia que impartió particularmente docencia en Villar por aquellos años. De él aprendió el gusto por lo artístico, la afición por la poesía, la concienciación político-social, el sentido de la estimación de las cosas…

Antes de que su familia marchase a Valencia, cuando ‚l no contaba todavía con diez años de edad, un forastero, sorprendido de su habilidad dibujística, habla aconsejado a sus progenitores la conveniencia de que prosiguiese en tal labor, para que, una vez cumplida la edad reglamentaria, se matriculase en la Escuela de San Carlos. Pero sus padres, que querían que fuese veterinario, como muchos familiares, no vieron con buenos ojos que esa afición infantil por lo artístico se decantase con firmeza, ya en los años adolescentes, en elección profesional.

Pero la decisión ya había sido tomada. Tuvo que efectuar sus estudios de bachillerato en la Academia Boix de Valencia-‚poca en la que brota la pasión lectora que ha cultivado siempre-, antes de ingresar en «San Carlos», tras

mater1 haber cumplido los catorce años, tal y como le previno el entonces profesor de dicho centro, don Isidoro Garnelo. El conocimiento de los rudimentos de la técnica escultórica fue aprendido, ya en 1925, en el taller de Vicente Gerique, en la valenciana calle de San Bartolom‚, mientras que un pintor, Ricardo Verde, sería quien le enseñara la concepción del dibujo en clases impartidas por la tarde. Con todo este bagage previo, P‚rez Contel confiaba en que su aprendizaje en la Escuela de Bellas Artes de Valencia iba a favorecer su anhelo creador. Pero no sería así. Con un profesorado sin una autoridad para imponer, prevalecían en «San Carlos» los lugares comunes: «amarrar» lo mejor posible, y la proverbial frase: «On estiga el natural que es lleve tot».En este ambiente docente anclado en presupuestos estéticos decimonónicos, la exposición del croata Ivan Mestrovic en Valencia constituiría todo un revulsivo. La esposa de éste había traído una considerable cantidad de obra escultórica suya que impactó sobremanera en el joven e inquieto estudiantado valenciano de entonces. Si es cierto que «escultura hace escultura», en el sentir de Malraux, la vivencia de otra escultura -en nuestro caso, la del yugoslavo- provocaría en Pérez Contel el despertar de sus propias posibilidades.

La contemplación directa del expresionismo de Mestrovic había estado precedida del conocimiento indirecto del arte europeo contemporáneo a través de los libros extranjeros sobre arte -la colección «Junge Kunst» (Arte Joven~ que llegaban a Valencia directamente desde París, y que distribuía la Librería Nacional y Extranjera, sita en la calle del pintor Sorolla. Así -y al margen de la Escuela de «San Carlos»- nuestro escultor, a pesar de no poder leer los textos, escritos en alemán, pudo recalar en las formas, reproducidas a color, de Paul Klee, Rousseau, Archipenko, Matisse, el futurismo italiano, etc. Precisa- mente sería a través de una de estas publicaciones como Renau descubriría los fotomontajes de Heartfield.

Es en el curso 1927-28 cuando recibe, por oposición, la Pensión de Escultura del Estado -entonces se llamaba Pensión del Rey-, mediante la cual pagaría sus estudios durante toda la carrera, con un brillante palmar‚s acad‚mico sembrado de matriculas de honor y premios «Roig» y del Estado.

A los diecisiete años viaja por primera vez a Madrid, y fruto de ese corto desplazamiento -que repetiría varios años consecutivos- es su encuentro con el escultor Alberto S nchez, con quien pronto trabaría una amistad entrañable. También visitaria en la capital de España los talleres de los valencianos

Benlliure y Benedito. En la tertulia de Alberto, en el café Atocha, conocería a otros artistas de la época que hablaban su propio lenguaje, asimismo el escultor Victorio Macho, el arquitecto Lacasa, etc. Con Alberto conoceria el «Cerro Testigo», en Vallecas, constituyendo una revelación para él el paisaje castellano, que intentó captar en sus lienzos. telarEn estas incursiones pictóricas, Pérez Contel se aproximaría a las actitudes y tesis del grupo de Los Ib‚ricos. LAS PRIMERAS CREACIONES ESCULTÓRICAS

En los últimos años de la dictadura primorriverista, un grupo de jóvenes artistas capitaneados por Josep Renau configuraron en Valencia una seria alternativa a las entonces imperantes propuestas academicistas. En un texto titulado «A raíz de la Exposición de Arte de Levante», publicado en junio de 1929, Renau arremetía contra la comodidad de los jóvenes artistas al tiempo que propugnaba un arte no burgués, decididamente conectado con el urgente proceso de cambio social. Ilusión y ansia combativas se hallaban en la base de un compromiso político por parte de los artistas plásticos, que deberían abandonar el arte representativo. Se trataba de conformar una nueva estética que, sustentada en basamentos ‚ticos, estuviera ligada con los referentes inmediatos de las aportaciones cubistas, expresionistas y surrealistas, sin olvidar el constructivismo y el funcionalismo rusos.

Pérez Contel sumaría sus inquietudes artísticas a las de los pintores, escultores, cartelistas, dibujantes y grabadores que vieron en Renau al líder teórico, artístico y político. Junto con Francisco Carreño Prieto, Francisco Badía Plasencia, Arturo Ballester Marco, Jos‚ Sabina Parra, Antonio y Manuela Ballester Vilaseca, etc., pugnaron por una renovación de la pl stica valenciana de aquellos años pro-republicanos, cuyos tempranos frutos no tardarían en madurar.

De estos años inmediatamente anteriores a la proclamación republicana son las primeras esculturas de Pérez Contel: «Autorretrato» (1927-28), «Mariposa» (1928), «Ciego callejero» (1928), «Bailadora» (1929), «Santiago Apóstol» (1929), «Figura al viento» (1930), etc. En ellas hay renovación mediterraneísta, juego complementario del volumen y del hueco e integración del vestido como elemento escultórico. Todas son de pequeño formato, pero est n concebidas con un carácter monumental.

torocelo En estas primeras esculturas de Pérez Contel está latente todo el poso cultural sorbido de la escultura valenciana desde Damián Forment a Beltrán Grimal. Vergara, Calandin, Aixa, García Mas, Benlliure, Capuz, Adsuara, toda la escuela valenciana de escultura, habla sido estudiada con la meticulosidad y el rigor propios de un artista tan exigente como él. Esta tradición cultural suya, más el conocimiento directo o indirecto -según hemos apuntado- de la vanguardia europea y española, se funden en un modo de hacer personal, que se ir  decantando todavía más al conectar con la obra de Ferrant, Moore, Archipenko, Julio Antonio y otros destacados escultores. ESCULTURA Y REPUBLICA

El 14 de abril de 1931, con la irrupción republicana, abría una vía de esperanza a la vida artística española y valenciana. Para los jóvenes renovado- res valencianos, a los que posteriormente se tildaría de «vanguardistas», se iniciaba así la ansiada apertura a la modernidad, que desde las aulas de «San Carlos» alentaba continuamente un profesor excepcional: el escultor Vicente Beltrán Grimal.

Precisamente Beltrán, pese a la diferencia generacional con respecto a los jóvenes emergentes, participaría en una notable exposición -por su contenido y su significado- que tuvo lugar en la sede de la Agrupación Valencianista Republicana, sita en la calle Redención n.o 8 de Valencia, poco antes de las elecciones municipales que destronarían a Alfonso XIII: del 4 al 14 de marzo de 1931. A ella, además de Beltrán, concurrieron Enrique Cuñat, Estellés Bartual, Jiménez Cotanda, Francisco Carreño, Manuela Ballester, Jos‚ Sabina, Enrique Climent, Ricardo Roso, Salvador Vivó, Antonio Ballester, Francisco Badía, Josep Renau y el propio Pérez Contel. Tal muestra artística, titulada «Exposició: Pintura, Escultura, Dibuix», provocó -ni qué decir tiene- discusiones a favor y en contra de los nuevos conceptos artísticos allí vertidos.

Otras muestras colectivas, como la de «Arte de Vanguardia», celebrada en la, ya mítica, Sala Blava de Valencia-acogedora de las tendencias artísticas m s avanzadasð, y la de «Arte Novecentista» del Ateneo Mercantil de Valencia, ambas en 1933, contaron con la presencia del escultor P‚rez Contel, quien, además, realizó una muestra individual de su producción en la Sala Blava aquel mismo año. En algunas de las obras exhibidas en estas fechas -que

mariposa incluían óleos, dibujos y esculturas- se evidenciaba la influencia del cubismo vebiculado a través de Laurens. Curiosamente, los aspectos más modernos de tales piezas serían vituperados por Navarro Borrás en una crítica aparecida en La República de les Lletres.En 1934, Pérez Contel viajó a París, tras haber obtenido el año anterior, por oposición, la Pensión de Escultura, para España y el extranjero, concedida por la Diputación de Valencia. Al margen de visitar otros lugares, su atención se centró en el estudio de las obras artísticas de los museos de la capital francesa. Allí descubre a Brancusi, cuya obra no había llegado todavía a nuestro país, y a otros escultores importantes, entonces desconocidos por ‚l. Analizó detenidamente a Rodin -en su opinión demasiado apasionado y preocupado por la sensualidad-, e hizo lo propio con Bourdelle, en quien había una contestación a Rodin. El conocimiento directo de la obra de Picasso tuvo lugar con motivo de una exposición completa de éste en una galería de la «rue Napolèon». Fue éste un tiempo de ver y estudiar escultura, pues se había prometido a sí mismo no hacer ninguna pieza nueva hasta no «digerir» lo que allí estaba descubriendo. Del estudio directo de los grandes maestros del cubismo -Picasso, L‚ger, Braque, etc.- llegó a la personal conclusión de que, pese a la utilidad y aprovechamiento de algunos de sus elementos caracteristicos, como tal movimiento, el cubismo había periclitado.

De los firmes lazos trabados con Renau, Carreño, Badía, Manuela y Antonio Ballester, etc., surgió la idea de publicar Nueva Cultura, órgano de expresión que fuese transmisor de las inquietudes políticas, culturales y artísticas de la juventud vanguardista. Continuación del fallido proyecto de Proa, Nueva Cultura, surgida en enero de 1935, en el contexto de la vida social, laboral e intelectual de la ciudad de Valencia, respondía a un profundo y serio compromiso con la realidad político-social de la España de entonces. Hasta su cierre, en octubre de 1937, la publicación fue fiel a sus principios ideológicos y políticos, respaldando al Frente Popular en las elecciones de 1936. Pérez Contel, co-fundador de Nueva Cultura, formó parte de su Consejo de Redacción, se encargó de su maquetación -técnica ‚sta de la compaginación que habla aprendido en París-, y fue corresponsal, desde la ciudad del Sena, aportando noticias e informaciones que no firmó. Suyos son, en este orden de cosas, los artículos sobre la muerte de Henri Barbusse y Paul Signac. Con el auxilio del cineasta Juan Piqueras distribuía casi un centenar de números de Nueva Cultura en París. En esta revista publicó gran cantidad

bustode dibujos, siendo el primero de ellos una caricatura de Unamuno, relativo a la decrepitud del filósofo y ensayista del 98, llantocon inequívocos signos surreales. Amén de lo dicho, Pérez Contel contactó en París con la «Association d’Ecrivains et Artistes R‚volutionuaires», donde conoció a Louis Aragon y André Malraux, entre otros. El discurso de Gorki sobre el realismo socialista influyó en sus ideas estéticas. De este período es su obra «El martillo neumático» en la que se advertía un sentido de la concienciación social y una gran preocupación por el hombre. Esculturas suyas de esta etapa republicana de preguerra son, entre otras: «Arlequín» (1933), «Mujer de pie» (1933), «Arquero» (1933-34), «Dédalo e Ícaro» (1934), «Campesinas» (1934) y «Clasicismo» (1935).

TIEMPOS DE GUERRA

Iniciada la contienda civil española tras el Alzamiento militar del general Franco, la práctica artística de Pérez Contel y sus compañeros de grupo generacional acentuaría su car cter de compromiso político y servicio a la causa de su ideal. El cartelismo -en cuanto que arte más directo y de eficaz intervención- cobró una hegemonía difícilmente parangonable en los primeros tiempos de la confrontación bélica, dada su inmediata funcionalidad. Nada más comenzar la guerra civil, Pérez Contel realizó en la tipografía Miravet numerosos carteles de guerra-que no firmó- como la serie titulada «Recluta de Milicia». Tan sólo a una semana del inicio de la guerra trabajaria en un periódico mural llamado Ofensira, cuyo coordinador era Francisco Badia y Pla y Beltr n el encargado de los aspectos literarios. También prestó su colaboración en el periódico Verdad, que cuenta con dibujos suyos. Los dibujos de Pérez Contel de esta época incluyendo los realizados para Nuera Cultura- se distinguen por la presencia de la estrella de cinco puntas. Asimismo se encargó de diseñar el Manual del Miliciano, libro que instruía pormenorizadamente acerca del manejo de las armas de fuego y su conservación. Ilustró, adem s, el libro Cancionero de guerra del musicólogo Torner, y dibujó la cubierta de El hombre acecha de Miguel Hernández. Junto a estas actividades artísticas de ‚poca de guerra, deben destacarse sus esculturas «Niño~miliciano» (1936) y «Retrato femenino» (1937).

abstracconstruc Tras su detención por el bando nacionalista, a una propuesta fiscal de 12 años y un dia de prisión «por Auxilio a la rebelión», el Tribunal acordó reducir la misma a 3 años y un dia. Preso en la Cárcel Modelo de Valencia, realizaría gran cantidad de bocetos y pequeñas esculturas sobre la vida cotidiana de los compañeros encarcelados, todos ellos con el sello de un fuerte realismo. Complementariamente, la ausencia de su esposa-que se encontraba encinta- le motivó a esculpir en madera algunas figuras femeninas -materni- dades- que vendería fuera de la prisión a razón de quinientas pesetas por unidad. Digamos finalmente, como corroboración de su afición lectora, antes comentada, que incluso en el penoso ambiente carcelario, nuestro escultor tenía una considerable biblioteca. Hoy, pasado ya medio siglo desde aquel entonces, el artista que motiva estas lineas conserva alguno de aquellos libros con el sello de la censura eclesiástica de la prisión.

DEL EXILIO INTERIOR A LA DEMOCRACIA

A la salida de la cárcel, la imaginería y el trabajo de artista fallero constituirían sendas actividades encaminadas a la obtención del sustento familiar de Pérez Contel. En una España dividida por el odio y el rencor, nuestro escultor, como tantos otros artistas plásticos de su generación, vió frustrado su anhelo de creación artistica. Optó por el exilio interior mientras otros marchaban a Francia, M&eacutejico o Cuba, y desde su obligado silencio continuaria «soñando» esculturas mediante sus incansables dibujos.

Antes de dedicarse a la docencia como profesor de Dibujo en el Instituto de Enseñanza Media de Xativa -del que luego sería catedrático por oposición (a los 51 años) y director de dicho centro-, animó la creación y funcionamiento del «Grupo Z», constituido por artistas de signo renovador que darían a conocer sus aportaciones creativas en la trastienda de Muebles Abad, en Valencia.

Su ingente labor docente -ampliamente reseñada por el Dr. Román de la Calle en esta misma publicación-, fue, durante estos largos años de la Dictadura franquista, en grado sumo positiva y meritoria. La edición de libritos y folletos didácticos, las conferencias dictadas, el intercambio de alumnos a nivel internacional, etc., ponen de manifiesto la inquebrantable voluntad de

gozo quien, salvando los obstáculos de censuras y marginaciones, supo proyectar en las nuevas hornadas de estudiantes toda la savia vivificadora que a él -y a tantos otros- les había sido hurtada.Con el advenimiento de la democracia en España, Pérez Contel ha redoblado sus ilusiones creadoras. Los cientos de dibujos anteriores han sido incrementados con otros tantos, configurando, en su conjunto, una muestra muy significativa de la escultura «soñada» que no pudo ser, pero que está  implícita en ellos, a falta sólo de la disponibilidad económica para su materialización.

La exposición retrospectiva que da pie al presente escrito, dará  a conocer una seleccionadísima muestra de estos «dibujos de escultor» que son todo un testimonio de la indómita querencia creadora de uno de nuestros artistas más genuinos y prolíferos.

CLAVES INTERPRETATIVAS DE SU POÉTICA ESCULTÓRICA copula

«Para el artista sus obras son la estructuración de su experiencia humana y parte esencial de cuanto evoca. Crea con todas sus vivencias…Sus obras no son pinturas, dibujos o esculturas, sino retazos de su alma».

PEREZ CONTEL

Llegados a este punto de nuestro estudio, y antes de entrar en cuestiones de orden valorativo, se impone la constatación de aquellas premisas de índole est‚tica/artistica que son parte consustancial del ideario de nuestro escultor. Pensamientos lapidarios y condensadas frases que vienen a poner de manifiesto tanto indicios del basamento teórico del artista como juicios reveladores de una actitud y una toma de postura ante el arte -en especial la escultura-, y sus fundamentos, su práctica y su significación. Estas «claves», extraídas de largas y jugosas conversaciones con Rafael Pérez Contel, servirán sin duda de gran utilidad al lector para un mejor conocimiento e interpretación de su poética escultórica.

-El arte es una necesidad. Una fuerza centrifuga, tan urgente como difícil de precisar verbalmente, pugna por aflorar y plasmarse en un hecho artístico.

caballoToda escultura, si bien de pequeño formato, está concebida para grandes dimensiones. No se trata de cuestión de tamaños sino de proporciones.-Cabeza y manos deben ir sincronizados. Nunca la mano se debe adelantar a la cabeza.

-Dar forma a una idea, esa es la cuestión. Lo propio del artista es crear formas que expresen sus ideas.

-Cualquier arranque emotivo es válido para hacer una escultura.

-El vestido, entendido en sentido escultórico, no debe ser interpretado como un análisis de pliegues, sino como un aparecer/desaparecer lo que esté …

samaritanoQue sirva para dar la impresión de una persona vestida, pero que está desnuda…, aunque tampoco se pueda decir que está desnuda, pues está vestida. Ese es el problema. No se trata de dar calidad de tela, ni de vestido, ni de desnudo…, sino hacer una simbiosis de ambas cosas.-Yo no busco volumen, busco el hueco y me da el movimiento, y el volumen me lo da por la luz. El juego de la luz en contraste simultáneo produce la presencia del volumen gracias al hueco.

EL HOMBRE Y EL ARTISTA

A la hora de intentar delimitar el perfil psicológico de Rafael Pérez Contel cobra toda su vigencia la famosa frase de Terencio: «Nihil a me esse alienum puto». Y, en efecto, pocas cosas le han sido ajenas. Interesado por todo, hiperactivo, vitalista, de espíritu abierto, apasionado las más de las veces, y, al mismo tiempo, racionalizador, reflexivo… Viajero con todos los sentidos bien despiertos; estudioso del arte, su teoría y su historia; rigorista y analítico a la vez que soñador y sintético; hombre culto, de gran fluidez -y precisión- verbal; generoso con los amigos y escéptico ante muchas cosas; humano y humanista…, su sentido del humor, amplio y corrosivo, le ha servido de catarsis en una vida sacrificada puesta al servicio de la creación y la docencia.

Siempre conectado con la vida, Pérez Contel, hombre polifacético -escultor, dibujante, pintor, grabador, cartelista, escritor, conferenciante, antropólogo, pedagogo, coleccionista…-, es, hoy en día, el testigo excepcional de una generación que, al ser ya historia, infunde magisterio. Discípulo de Alberto y de Ferrant; admirador de Ignacio Vergara y de Pablo Picasso; contestatario y

joven moralista; bronco y tierno, su obra artística es el fiel reflejo de su experiencia vital.Sus esculturas son formas inventadas, realidades soñadas, copulaciones, transformaciones, anamorfismos y objetos mágicos. Del «mediterraneismo» a la abstracción, pasando por las propuestas post-cubistas, estructuralistas y surreales, Pérez Contel huyó siempre de caer en la tentación de hacer una escultura de «retrato», ya que su interés no ha radicado en bucear en la «romanidad» sino en resaltar los factores plásticos sobre los psicológicos. Alejándose tanto de los riesgos ornamentales o decorativistas como de la inclinación hacia la factura de objetos mágico/religiosos y del narcisismo de lo monumental/conmemorativo, la motivación que ha dirigido su quehacer artístico ha sido otra bien distinta: dar forma a las ideas, sin imitar o reproducir. mujer

Sus dibujos, anotaciones primeras que son de emociones primeras, son esculturas, que pasarían cuando del «sueño» del dibujo se hiciera la consiguiente- traslación a lo tridimensional. En ellos se observa la reiteración de temas a través del tiempo, cosa que también ocurre con los diversos modos estilísticos. Cuestión inherente a todas estas esculturas «soña- das» es la del color: Pérez Contel las inventa pintadas, pues, para él, el color es fundamental para la forma escultórica.

SIGNIFICACIÓN DE PÉREZ CONTEL EN LA ESCULTURA DE SU TIEMPO

Junto con Francisco Badía Plasencia, Antonio Ballester Vilaseca, Ricardo Boix Oviedo y Enrique Moret Astruells, Rafael Pérez Contel configura el grupo más decididamente «vanguardista» de la escultura valenciana que se decanta como tal en los tiempos de la Segunda República española.

Su conexión con la verdadera vanguardia-la europea- se produce mucho antes de viajar fuera de España. Los libros extranjeros que consultó, siendo todavía estudiante, le pusieron al corriente de los «ismos» de las dos primeras d‚cadas de nuestro siglo. Inmerso primeramente en una poética de clara renovación mediterraneista, de modelado rotundo y gran sensibilidad, optó -tras sus viajes por el extranjero- por la elección post-cubista. Pese a su desengaño con respecto al cubismo, en su viaje a Paris, admitió que las

pobreaportaciones de dicho movimiento artístico al hueco y al volumen eran todavía válidas para su intencionalidad artística. Además de sus confesados maestros, Alberto Sánchez y Ángel Ferrant -cuyas enseñanzas fueron más la resultante de su contacto amistoso que del magisterio emanado de sus obras-, le influyeron mucho Moore, Lipchitz y Laurens.Pionero, junto a sus compañeros de grupo, de una renovada concepción de la escultura, la burguesía valenciana no apoyaría este honrado esfuerzo por situar nuestras artes plásticas en la órbita internacional de su momento histórico. Picasso, González, Gargallo, Hugu‚, Miró, etc., que se revelarían como la mejor avanzadilla escultórica española en Paris, permanecieron en la capital francesa, mientras que Pérez Contel, y tantos otros artistas plásticos españoles y valencianos, se vieron forzados por imperativos económicos a volver a sus respectivas tierras de origen, donde les aguardaban las trabas de un ambiente académico y caduco.

El ansia de renovación y de sincera conexión con el espíritu de su tiempo marcó la trayectoria artística de Pérez Contel, que, sin ser un revolucionario de la escultura, sí que ha venido ofreciendo propuestas alternativas a las que le precedieron. Espíritu crítico, atracción por el arte nuevo, irrefrenable desco de contribuir al desarrollo y transformación de la escultura moderna: he aquI los par metros que sustentaron el hacer artístico de nuestro escultor. ¨Se imagina el lector que otra hubiera sido la historia de la escultura valenciana de los últimos cincuenta años, de no haber tenido lugar la maldita Guerra de España y sus funestas consecuencias posteriores? ¨Cuántos «sueños» escultóricos de Pérez Contel se habrían convertido en una auténtica realidad?

Un comentario sobre “Soñando esculturas

  1. En la ciudad de Alzira , la Patrona de la ciudad en la Virgen del Lluch, obra del escultor Antonio Ballester Viklaseca, el grupo de angeles que la sustenta uno de ellos el de la derecha es obra de Perez Contel

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