PÉREZ CONTEL tiene un modo de modelar que más bien parece caricia, y esto no en menoscabo de la pulsación creadora. Pero se advierte cuidado de lo suyo como si, al animar la materia, quisiera infundirle ternura. Hay un tacto delicado en cada una de las formas, gracia sensual sin desbordamientos, que tanto nos regatean hoy, como si la energía no tuviera, concepción propia de nuestro tiempo, no tuviera que manifestarse más que en formas explosivas.