Director del diario ‘LAS PROVINCIAS’ – 1966
Pérez Contel, excelente escultor, on basto oficio y extremada sensibilidad, conoce los antecedentes de su arte y los funde al calor de su personalidad viva y creadora. Hay en su obra mucha sabiduría plástica y al mismo tiempo, la inocencia de quien no se debe a filiaciones, ni prejuicios estéticos de ninguna índole.
La obra de Pérez Contel es una buena escultura, una bella escultura, y ya es bastante. Concebida con valentía, pero sin concesiones a la facilona pirueta, realizada con esa justa dosis de amor a la forma que debe ser, inexorablemente, el sustrato de toda obra de arte plástica, animada por esa entrañable fuerza expresiva que es una sana servidumbre al oficio, que si rompe viejos moldes, lo hace tan solo cuando tiene bien previstos y dispuestos otros nuevos, es decir, sin delirantes saltos en el vacio. ¿Excepcional? No. La escultura de Pérez Contel no es excepcional ni aspira a serlo; si es, en cambio, extraordinaria para lo que comunmente solemos ver.