PÉREZ CONTEL - ESCULTOR

Rafael Pérez Contel: "Para ejecutar divide el tiempo en diez. Ocho para observar. Dos para realizar".

Educar por el arte

i1p10Roman de la Calle. Director del Instituto de Creatividad e innovaciones educativas. Universitat de València.

No quedaría realmente completa cualquier aproximación que se llevara a cabo en torno a la obra y a la personalidad de Rafael Pérez Contel si se olvidara -o incluso si se relegase un tanto- precisamente esa incondicional y constante entrega suya a la educación estética que, de hecho, bien puede decirse, sin restricciones de ningún tipo, que le ha caracterizado plenamente.

Es ésta, pues, una faceta clave y aglutinadora de toda su trayectoria, capaz por sí misma de vertebrar no sólo su dilatado quehacer profesional sino también de dar un sentido fundamentalmente humano a sus inquietudes más hondas y significativas.

Ciertamente hay que tener en cuenta que dicha preocupación se ha ido manifestando – en su itinerario- bajo muy diversas facetas y a través de circunstancias bien diferentes. Por eso mismo, reducir esa profunda acción educativa desarrollada por Pérez Contel sólo a la estricta vertiente didáctica, en el marco de una serie de disciplinas integradas en los r espectivos curricula de los distintos planes de enseñanza -con todo el interés y valor intrínseco que de por sí ello supone- implicaría, de algún modo, sesgar en exceso el alcance mismo de tal actividad.

¿O es que realmente tendría sentido el hecho de separar, sin más -al aproximarnos a la figura de Rafael Pérez Contel-, su concreta acción creativa, ejercitada de forma tan diversificada, como artista, en cada una de las obras producidas en su estudio, de la honda preocupación, como edurador, desarrollada cotidianamente en el aula, o de su prolongada dedicación a la rertiente tipográfica, manifiestamente extendida y consolidada en tantas iniciativas y «aventuras» editoriales a las que no podemos dejar de asociar su nombre?

Ya -de entrada- en esa triple vertiente, así apuntada, es fácil comprender cómo su preocupación estética nunca ha sido consustancialmente ajena a la acción educativa – siempre a ella vinculada- ni a la exigencia ética que, paralelamente, acarrea la virtual influencia generada sobre el medio social por tales dedicaciones. No obstante, dado el carácter monográfico de este texto, conviene, desde un principio, que hagamos especial hincapié -por nuestra parte- en la resuelta decisión que él mismo hizo efectiva, ya en plena juventud, en favor de esta personal orientación educatira, asimilándola a todos sus proyectos. Pérez Contel optó profesionalmente por la enseñanza y a ella orientó su formación preparatoria y sus estudios en la entonces Escuela de Bellas Artes de San Carlos. Pues no hay que olvidar que precisamente -tanto en aquella coyuntura como en la actualidad- los distintos niveles de docencia de la expresión artística, desde la enseñanza media, se reservan -en su vertiente plástica- a los profesores titulados en Bellas Artes.

Sin embargo esa confluencia entre la acción docente y la entrega a la personal actividad artística no siempre es fácil y efectiva. Se trata, sin duda, de ámbitos próximos y compatibles, pero entre los cuales pueden surgir a menudo interferencias de dedicación, debidas sobre todo a sus respectivas y extremas monopolizaciones. Y no siempre se reconoce como es debido esa labor continuada -y por lo general tan poco espectacular como marcadamente silenciosa- que conlleva la diaria y esforzada tarea docente, sobre todo en ciertos niveles de enseñanza.

A partir de ese horizonte de cuestiones, la opción de Rafael Pérez Contel -dada su dinamicidad y extroversión personales- no iba a convertirse ciertamente en un cómodo y socorrido refugio de sobrevivencia sino en un auténtico «banco de pruebas» donde organizar experiencias, fomentar actividades y despertar inquietudes. Diríase que existe en él, junto a una ionata curiosidad de persistente aprendizaje, una counatural necesidad de comMnicar y compartir sus propios hallazgos y logros, más allá de los límites del taller o del aula, para incidir así, de lleno, en el entorno social donde -según el momento y las circunstancias históricas- se ha ido conformando su existencia.

Sólo desde este concreto punto de vista pueden plenamente entenderse e interpretarse adecuadamente todas las iniciativas y proyectos por él llevados a cabo así como su participación en las numerosas propuestas culturales en las que -siempre en la brecha del sincero y desprendido compromiso- se ha visto alternativamente involucrado.

Por ese motivo -para mejor dar sentido al conjunto de su quchacerinsistimos en vincular unitariamente la estricta dedicación docente e investigadora con esa otra, más amplia, faceta de la refluencia social de sus inquietudes creativas, vinculadas de uno u otro modo a la educación estética y a lacomunicación artística con la realidad inmediata y con el pulso cotidiano de los acontecimientos del entorno.

Así, curiosamente, si en una primera coyuntura histórica esa misma disponibilidad y entrega fue convertida por él en fulcro -revulsivo y entusiasta- para el desarrollo de una actividad de urgencia, en plena contienda civil, en otra situación posterior -a veces no menos dramática, aunque sí más prolongada- se transformó en auténtico medio sulolimado de dar coherencia y rumbo definitivo a sus interiores silencios e inquietudes creativas.

Concluidos oficialmente sus estudios en Bellas Artes -precisamente en el umbral de la década de los años treinta- Pérez Contel, tras decidir definitivamente-como decíamos- su dedicación a la enseñanza, tomó parte en los Cursillos de Capacitación de 1933 en los que (estructurados para sustituir a cualquiera otra modalidad de concurso-oposición a plazas de profesores de enseñanza media en la especialidad de artes plásticas) se desarrolló todo un amplio programa de prácticas como preparación especifica y pedagógica de los numerosos aspirantes.

De hecho el tipo de cursillos al que hacemos referencia se dividía en dos fases: una de selección (mediante un ejercicio de dibujo de reproducción, la cumplimentación de un cuestionario psicopedagógico y la redacción de una memoria personal justificativa de la elección de la carrera docente) y otra de formación complementaria, de varios meses de duración, que tuvo lugar en Madrid y Barcelona. Precisamente es importante reseñar que Francisco Galí, Ángel Ferrant y Juan Rebull formaron parte, en dicha convocatoria, del cuadro de profesores. En concreto el contacto de Pérez Contel con Ángel Ferrant, en esta fase de formación, fue algo fundamental para el desarrollo de su actividad posterior. En realidad el trato personal y la amistad con el destacado escultor dejó en Rafael Pérez Contel una profunda huella.

La preparación llevada a cabo en estos meses era tan amplia como intensa y eminentemente práctica. La numerosa promoción de aspirantes en este cursillo del 33 -entre pintores y escultores- contaba con figuras conocidas, como Alberto Sánchez, Peinado, Penagos, Pedro Flores, Manuel Benet, Ros, Cristino Mallo, etc.

Por su parte Rafael Pérez Contel, superadas las diferentes fases y ejercicios, recibió, junto con el nombramiento, su primer destino docente oficial: Alcira.

También tiene su propio alcance biográfico otro curso de especialización que Pérez Contel, llevado por su interés en relación al campo de la edición -en1934-, desarrolló en París, concretamente en el Centro de Artes y Oficios, monográficamente dirigido al diseño, maquetación, encuadernación y, en general, a las diversas técnicas tipográficas y tratamientos de composición de libros. Justamente esta preparación personal suya -entonces quizá meramente coyuntural- le llevará posteriormente, como es bien sabido, a asumir un destacado papel en el periodo bélico, en cuanto se refiere a la intensa actividad de edición de libros, revistas (Nuera Cultura, Comisario), hojas volantes, octavillas, etc., sobre todo en el efervescente contexto valenciano de la época.

Este papel desempeñado por Pérez Contel, miembro fundador de la U.E.A.P. (Unión de Escritores y Artistas Proletarios) y perteneciente a la Alianza de Intelectuales Antifascistas, no siempre ha sido reconocido en su adecuada medida. Y justo es que sea remarcado aquí en su debida proporción y alcance.

De hecho tal propensión suya por el trabajo minucioso, su interés por la raíz artesanal y su fina sensibilidad no sólo se plasmaron en aquellos urgentes proyectos de entonces sino que continuarán siendo evidentes en sus constantes iniciativas posteriores, e incluso se refuerzan -si cabe- en sus más recientes colabQraciones actuales centradas en múltiples ediciones de envergadura -viables sólo por el respaldo institucional-, tales como Valencia a Machado o Artistas en Valencia, que han sido merecedoras a este respecto de sendos premios por parte del Ministerio de Cultura a las publicaciones documentales mejor editadas en España.

Finalizada la contienda civil, fue detenido el 5 de abril de 1939. Pérez Contel seguiría así desarrollando en la Cárcel Modelo, hasta su salida en 1942, numerosos trabajos de talla, realización de postales, confección artesanal de libros y numerosos dibujos. Otro tanto sucederá a lo largo de la década siguiente, bajo la presión de la sobrevivencia familiar, hasta que en 1952 sea oficialmente repuesto en su cátedra de dibujo. En esos años acuciantes deberá trabajar en imaginería, cerámica, publicidad o grabado, según las desiguales formas de oportunidad que sobre la marcha encuentra, y contando con el difícil ambiente que mediatiza drásticamente sus posibilidades. Tampoco hay que olvidar los escasos medios disponibles para el trabajo, lo que sin duda se convierte para él, una vez más, en acicate de búsqueda y versatilidad de recursos.

Sólo teniendo en cuenta de manera global este singular itinerario -donde la preparación personal y las exigencias y necesidades que orientan ladedicación de cada momento se imbrican mutuamente- puede, de hecho, entenderse la trayectoria y la diversificada actividad de Pérez Contel, sustentando a la vez como horizonte de sentido y común denominador su resuelto interés y decantamiento por la educación estética en su más amplio alcance y desarrollo.

Su reposición como funcionario del Ministerio de Educación en 1952 le llevará al Instituto N.E.M. de Játiva «José de Ribera», pasando luego en 1977 al «San Vicente Ferrer» de Valencia hasta su jubilación a principios de la década actual.

Será en ambos centros de enseñanza media donde Rafael Pérez Contel desarrolle plenamente su actividad pedagógica en un reencuentro con sus inquietudes docentes, retenidas por las forzadas circunstancias durante más de tres lustros y ahora reduplicadas por la entrega total a su quehacer didáctico.

Tengo ahora-mientras redacto estas líneas- sobre mi escritorio, infinidad de ejercicios de sus alumnos, multitud de escritos de Pérez Contel, cantidad de libros cuidadosamente elaborados, donde ha ido dando a conocer métodos de trabajo, resultados creativos de sus discípulos, reseñas de exposiciones didácticas que él ha ido gestionando e intercambiando con otros centros nacionales e internacionales, durante estos años, en el marco de la International Societyfor Education through Art (INSEA-UNESCO).

Todo ello constituye exclusivamente la parte visible y objetivable de una labor constante y callada, centrada en la educación «por» el arte simultáneamente a la concreta formación artística, en cuanto disciplina. Es, sin duda, el testimonio de una buena parte de su quehacer.

Ciertamente se ha hablado hasta la saciedad, sobre todo en las últimas décadas, de las bondades y ventajas tanto de la pedagogía creativa como de la actividad docente personalizada. No se trata, por supuesto, aquí de contrastar -sin más- actitudes y metodologías para referirlas a Pérez Contel. Perotampoco quisiera pasar por alto ciertos rasgos de su estrategia pedagógica, que le han permitido – como educador-, una vez facilitadas las bases de iniciación en las respectivas materias, «desaparecer» – diriamos- como profesor ante el alumno y «dejarle hacer», permitir que se explicase, que-por ejemplo- dibuiase o grabase para si mismo, para «el otro», para el amigo o para el grupo. De este modo la comunicación horizontal prepara, con mayor eficacia, el camino a la creación reflexiva, a la vez que esta pedagogía «activa» hace nacer un nuevo individuo, mejor dispuesto a comprender fenómenos y resultados desconocidos para él, más inclinado a analizarlos y discutirlos porque los ha utilizado y generado personalmente, en vez de «sufrirlos» o simplemente reiterarlos.

¿No es éste precisamente el núcleo mismo de todo problema pedagógico? Se trata, desde luego, de colocar al alumno en «situación de investigación», proporcionándole directamente toda una serie de ocasiones de interesarse por ciertas cuestiones, para después estimularle a resolver él mismo -a través de tanteos- las dificultades de orden intelectual, práctico, social y afectivo que se van presentando en el curso de esta vía.

Estas tareas que Rafael Pérez Contel iba ofreciendo a sus alumnos les ponían paulatinamente «en situación», lo que quiere realmente decir que, de hecho, se les daba toda la responsabilidad de sus iniciativas, de su organización creativa. Es así como el profesor sólo interviene para proponer, sugerir, responder a las solicitaciones y dar información. Y esta autonomía, así concedida, libera en realidad al sujeto, le da confianza en sus capacidades y progresivamente se impone a sí mismo -a lo largo de las sesiones de trabajocada vez nuevas pruebas de mayor audacia, que exigen una intuición más versátil y abocan a una mejor expresión en su quehacer.

De ahí surgen precisamente intercambios cada vez más numerosos con los demás, que favorecen un clima distendido de investigación, de sugerencia y de critica. Por eso la calidad de los trabajos experimenta positivamente dichos efectos de contrastación y estímulo. Y cada uno -sin temor- se atreve a cooperar y participar en actividades colectivas, centrándose en aquellos aspectos en los que sabe que es hábil.

Pérez Contel fomentaba en sus clases este tipo de trabajo de creación que se sitúa a nivel de concepción global de un proyecto conjunto, pero que exactamente valoriza a cada alumno en particular. Y ese investigar juntos, tantear personalmente, progresar de realización en realización y descubrir con insistencia es, sin lugar a dudas, fuente de disfrute tanto individual comocolectivo y asegura-como eficaz estimulante- la autoemulación, dado que el sujeto va descubriendo por sí mismo el uso de las reglas, el hallazgo de unas soluciones y la configuración de una serie de métodos de trabajo.

¿Cómo olvidar precisamente las numerosas exposiciones de intercambio que sus alumnos, bajo su iniciativa ejemplar, mantuvieron con otros centros?

Parece casi paradójico que por este camino -dicho sea a manera de elocuente botón de muestra- se realizasen exposiciones de los trabajos de sus alumnos en Uruguay, Alemania o Japón durante la década de los sesenta.

¿Y qué decir de toda la serie de publicaciones -en edición privada casi siempre- que con el rótulo genérico de Arte Infantil, y bajo su autoría, arropaban paralelamente tales manifestaciones expositivas?

Conforman globalmente un buen depósito de documentos y testimonios de esa destacada tarea pedagógica, en relación a las artes plásticas y a la educación de la sensibilidad que -no sin dificultades, como puede suponerse- fue desarrollando a lo largo de sus años como catedrático de dibujo.

Su preocupación por no seccionar y separar la realidad existencial del medio rural o urbano respecto a las actividades estéticas de sus alumnos hace que deje máxima libertad al colectivo a la hora de seleccionar personalmente sus temas, proponiéndoles -a lo sumo- que se fijaran en realidades de su entorno próximo para interpretarlas con libre disposición.

No quisiera, en este sentido, acudir a ningún tipo de retórica para subrayar, una vez más, las claves de su pedagog~a. Por eso considero plenamente oportuno traer a colación una especie de adagio personal que Rafael Pérez Contel no dudaba en reiterar como síntesis de su actuación en este campo didáctico y que incluso ha sido adoptado por él como matto explicativo en alguna de sus publicaciones sobre el tema:

Nuestra norma de enseñanza: la vida, entusiasma y amor.

En tal trilogía se resume, ciertamente, el talante de su trabajo en esta dedicación suya a la docencia.

La rida -estrechamente conectada al ejercicio cotidiano de la expresión plástica- se instituye así en la fuente más versátil, rica y significativa. No en vano quedan bien patentes, en tantos trabajos de sus alumnos como he podido consultar, las envidiables dotes de observación de que hacían gala en sus ejercicios de linoleografia, monotipos, dibujos, aguazas, ceras, cerámicas e incluso mosaico.La ciudad de Játiva -por ejemplo- en sus pascos, fuentes y monumentos, los paisajes de Sumacárcer, los animales en su medio rural, los habitantes y sus costumbres, los utensilios de trabajo, etc., fueron recogidos con agudeza, espontaneidad y -en muchos casos- con singulares valores plásticos, abiertamente expresivos de una imaginación y sensibilidad francamente estimulante y genuina.

Sin duda no le ha faltado -como venimos subrayando- el entusiasmo a Rafael Pérez Contel para abordar no sólo una metodología nada frecuente, lo que ya de por s~ es más que relevante, sino también para poner en marcha constantemente una serie de actividades complementarias, de extensión docente, que le permitían llevar sus particulares inquietudes más allá del centro de trabajo habitual.

Tampoco regateaba, en su entrega, el ajecto que todo lo relativo a la persona merece y que en realidad se manifestaba con plena reciprocidad, puesto que perdura ampliamente como significativo recuerdo en muchos de los que en su día pasaron por las aulas de Pérez Contel, como he tenido especial oportunidad de corroborar en reiteradas ocasiones y por distintos medios.

Tras esa trilogía (vida, entusiasmo y amor) cabe, por tanto, enmarcar su intensa actividad docente, que siempre hizo lo posible por ir más allá de los escuctos hábitos y prácticas de rigor, ampliando al máximo el espectro de sus iniciativas. Y una rotunda prueba de ello es la edición del libro Linoleografíá: expresióngráfra con linóleo (1966), en el que se recogen no sólo las claves básicas de su aplicación a la enseñanza sino también más de un centenar de ilustraciones de los trabajos llevados a cabo -mediante tales técnicas- por sus alumnos.

Y es que quizá la clave fundamental de los métodos ejercitados por Pérez Contel está no tanto en enseñar como en educar. Porque, de hecho, la actividad creativa desarrollada en el arte es una necesidad básica y común a todas las personas, en cuanto que constituye una forma genuina de expresión y comunicación. De ahí que a su vez la educación por el arte sea un medio fundamental de aprendizaje en todos los perLodos de formación del individuo, adoptando valores y disciplinas esenciales para un total desarrollo intelectual, emocional y social de las personas en una comunidad.

Con frecuencia, sin embargo, en el concreto planteamiento del curriculum, docente -y sobre todo en su puntual aplicación- esta actividad de «educación estética» se tiene a lo sumo como meramente complementaria y hasta marginal.Es bien conocido el alcance de esta lamentable y mediocre actitud. Frente a ello Pérez Contel siempre mantuvo una postura de inmediato compromiso y abierta disponibilidad y dedicación ante las diferentes promociones de alumnos. Trataba de despertar su creatividad personal, estimulando su iniciativa mediante su propio entusiasmo, convirtiéndose a menudo en maestro de tecnologías, pero «dejando hacer» a cada uno, a partir de la información referente a las posibilidades de los distintos medios e instrumentos, ampliando de este modo la actividad docente no sólo al ejercicio del dibujo, la pintura o el collage, sino también a la cerámica y al grabado, instalando el correspondiente tórculo y la inevitable mufla

Sin duda trataba de salvaguardar, ante todo, esa espontaneidad expresiva de la dicción plástica infantil, con la frescura de sus recursos lingüisticos y sus inusitadas modalidades comunicativas, que tanto impactaron a numerosos artistas de nuestro siglo. ¿No se ha dicho, más de una vez, que hacen falta muchos años para aprender a expresarse plásticamente -de nuevo- con la espontaneidad y la inmediatez de un niño?

Es curioso que el mismo Pérez Contel insista, una y otra vez, en recordar cuánto ha aprendido personalmente de sus alumnos. En ese constante «intercambio» de información radica realmente el auténtico diálogo educativo, capaz de descubrir personalidades, estudiar psicologías y encauzar futuras dedicaciones.

La intersección del arte y la pedagogía constituye, pues, un campo fundamental, cuya preparación -a nivel profesional- se olvida y margina con una ligereza que causa asombro, y cuya ausencia o mediocridad en ciertos planes de estudio merecerfa seriamente revisarse. Es algo que -como el valor en la milicia- se da por supuesto, como si tal capacitación didáctica fuese algo que se adquiriese connaturalmente y de forma paralela a la correspondiente acumulación especifica de información en las respectivas áreas de conocimiento.

Romper, pues, ahora y aquí una lanza en favor de estas concretas cuestiones -con motivo de este homenaje a Rafael Pérez Contel- no nos parece superfluo sino oportuno, a la vez que subrayamos precisamente su dilatado y ejemplar magisterio en este puntual sector de la educación estética en la enseñanza media.

Podríamos, ciertamente, incidir mucho más en pormenorizadas experiencias y múltiples iniciativas, relativas al personal quehacer de Rafael PérezContel en tal ámbito. Pero consideramos que con estos breves epígrafes hemos satisfecho, mínimamente, el objetivo que nos hablamos propuesto: subrayar el destacado lugar que ocupa en su biografia profesional y artística esta entrega efectiva a la eduración por el arte, que va más allá de la escucta docencia para refluir humana y estéticamente sobre otras muchas vertientes de su actividad y su existencia entre nosotros.

Tanto en su personalidad biográfica como en su personalidad artística, se destaca este común denominador: educar por el arte. De ahí la congruencia existente entre su quchacer docente, su dedicación al ámbito editorial y el particular ejercicio de su rica y versátil producción artística. Pérez Contel ha sabido mostrar, con tan coherente y unitario enfoque, que tales perspectivas -incluso con su especifica diversidad- no son más que facetas coadyuvantes a la necesaria formación de la sensibilidad individual y colectiva.

La realidad de esta confluencia y su simultáneo y generoso cultivo representan, sin duda, los más singulares méritos del itinerario existencial de Rafael Pérez Contel.

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